lunes, 3 de mayo de 2010

Fin de semana en Roma

Vista nocturna desde las ventanas de nuestro apartamento

Mi octavo viaje a Roma ha tenido lugar el fin de semana pasado.
Aterrizamos allí a las 19.20 y estaba nubladillo. En vez de tren y al ser 6 personas cogimos un servicio de taxi que salía mas económico directamente a la casita. Casita que resultó ser un pedazo de palacete en frente de la Iglesia de Santa Maria Maggiore, un sitio increíble, y un apartamento amplio, de techos altos, y muy cómodo, ah…y con unas vistas impresionantes.
De allí cogimos un taxi, tras reunirnos con Maje y con Jon, que “casualmente” estaban por allí, y fuimos, bajo un aguacero tremendo, hasta el Trastevere. Donde teníamos una reserva en un característico y barato restaurante romano, Ivo Al Trastevere, en la calle San Francesco a Ripa. Cenamos de lujo, por un precio estupendo, tomamos una copichuela en una terraza, aunque seguía lloviendo, y no hubo avance turístico porque el agua no nos dejaba ver mucho…
Y así nos levantamos el sábado, aun lloviznando, pero no diluviando, lo que nos permitió comenzar la andadura. Comenzamos por la iglesia vecina a la casa, luego Santa Práxedes, de ahí al Moisés en San Pietro in Vincoli, bajamos al Coliseo, Plaza del Campidoglio, y de ahí terracita en la via Vittorio Enmanuelle.



A esa altura, y dado que había diferentes cultos religiosos manifestándose por la ciudad accedimos al centro neurálgico del mundo artístico romano, a la Plaza Santa Maria Sopra Minerva, cuya iglesia no pudimos ver porque tras una boda cerraban sus puertas. Pero accedimos al Panteón que se encuentra media fachada andamiada, y atestado de gente, pero donde el efecto de la lluvia entrando por el oculo nos dejo maravillados. Y de allí a la bella plaza Navonna, cuya fuente de los Cuatro ríos continúa en obras, para mí que no la recuperan, en cuatro años la he visto así ambas veces, mala pinta tiene.



Y allí nos sentamos a comer, parecía que el sol quería visitarnos aunque el encapotado cielo se lo negaba. Comimos de maravilla y vimos lo que en Roma es una pizza gigante….para muestra un botón.



Y de allí tomamos un cafetito en un bar genial en pleno claustro de san Andrea Della Pace, una iglesia preciosa, pequeña y escondida en los barullos romanos.



Y como estábamos en la semana de los bienes culturales, accedimos por la cara al Palacio Altemps, una delicia de edificio, donde disfrutamos de maravillas clásicas escultóricas, bien colocadas, y que dado a no ser un número enorme hacían su vista mas agradable. Una visita que desconocía y que me encanto, siempre hay algo nuevo que ver en Roma, que bella ciudad.





Y allí ya había salido el sol esplendoroso, ya nos habíamos quitado el chubasquero y disfrutábamos del paseo. Para seguir viendo cosas que por una razón u otra había dejado de ver en otros viajes, fuimos a la Iglesia de San Agustín, que en si ella no es mas o menos que otra iglesia de Roma, impresionante, pero lo que realmente te hacia girar el cuello y sacarte los ojos de las orbitas era el bello cuadro de La Madona de los Peregrinos de Caravaggio, una bella virgen de inmaculado cuello, y de paños aterciopelados, que ilusiona la mirada, un visión quasi divina. Y así proseguimos con el calorcito del sol hasta San Luís de los Franceses, a ver una atestada Capilla Cornarini, y luego la majestuosa Fontana di Trevi, solo yo y Carmen echamos la moneda, siento deciros chicos, que cuando yo vuelva no iré con vosotros, hubierais echado la moneda…y paseando hasta la parte superior de la Plaza de España, atestada de flores y turistas pero bella y elegante. Y luego cervecita en la Plaza del Popolo, sin poder ver, mas que a oscuras, la capilla dedicada a San Pablo realizada por Caravaggio para Santa Maria in Miracoli.



Ya nos recogimos para prepararnos para la cena, en una terracita en una restaurante llamado Gallina Bianca, bastante majete, y de ahí limoncello en la casita, como si estuvieramos en Madrid, como me gusta el momento apartamento, es cómodo e independiente.

Y llegó el domingo, no madrugamos en exceso, dejamos en las taquillas de Termini las maletas, y en el abarrotado 64 nos fuimos a ver San Pedro del Vaticano. No se que pasaba ese día, pero todo salió al revés en San Pedro, nos equivocamos de entrada y accedimos directamente a las Tumbas Papales, atestadas de gente y adorando sobre todo, la tumba del anterior papa Juan Pablo II. Vimos, finalmente la iglesia, en plena misa y con espacios cortados por ella, y encima a la salida, al nuevo Papa le había dado por dar misa en plena plaza, y no os podéis imaginar la que armamos para poder salir de allí; pero una cosa tuvo buena, en plena estampida africana nos dimos de bruces con una cucada de terraza, frente al Tiber, con un camarero agradable, con buenos precios, y comidita y cervecita.









Y como la mañana acompañaba, y lucia un sol esplendido, paseamos toda la rivera del Tiber, accedimos a la plaza de Campo dei Fiore por Vía Giulia, paseamos, callejeamos hasta el Largo Argentina, y retrocedimos para acabar comiendo de lujo en una terracita en la plaza del Paraíso. Después de una comida larga y agradable, paseamos por la plaza Venecia, encontré mis libritos de Akunin, y llegamos al Quirinale, donde corría una ligera brisilla bienvenida, pues el sol arreciaba. Y así pudimos entrar algo antes en la exposición de Caravaggio. Dicha exposición se llevara un capitulo aparte porque se lo merece. Y fuimos volviendo a la estación de Termini pasando primero por San Andrea del Quirinalle, San Carlino alle Quatre Fontane, Santa Maria de las Victorias y el precioso Éxtasis de Santa Teresa, y Santa Maria de los Ángeles y Mártires en plenas Termas de Diocleciano.



Y cuando las fuerzas fallaban todos se sentaron y yo aproveché la entrada gratuita de los museos para conocer el Palazzo Mássimo alle Terme, cuatro plantas preciosas, al menos la recreación de la Villa Livia con los mosaicos, y el hermafrodita dormido hicieron que mereciera la pena el esfuerzo.








Y con mucha tristeza cogimos el tren de vuelta al aeropuerto Pero aun no íbamos a volver, aunque no lo sabíamos, tardaron casi cuatro horas en querer despedirse de nosotros…un retraso brutal y un cansancio descomunal al día siguiente en el trabajo. Pero eso si con sonrisa tontona porque el fin de semana mereció la pena.

p.d. el resumen sería algo así, es genial estar en Roma con amigos, poderlo ver al lado de Maje por fin, la pizza cuatro quesos debe ser exquisita , no paraba de verla sobre la mesa, el risotto es un gran descubrimiento, no saben hacer vino, tienen una ciudad alucinante estos romanos, nunca más volveré a un hotel habiendo esas pedazos de casas, la cerveza barata existe solo hay que buscarla, y tiré mi moneda para poder volver, porqué se que en unos poquitos años estaré planeando el siguiente viaje a Roma.

2 comentarios:

Jerom dijo...

Que envidia...

Takeo dijo...

Sta María Maggiore la descubrimos porque estuvimos en un hotel al lado de la estación Termini. Es una maravilla, la Iglesia y la Plaza, pero no está en los itinerarios turísticos al uso y creo que mucha gente se la pierde.
Qué gran viaje, y es que Roma da para muchos viajes.