miércoles, 24 de septiembre de 2014

Algunos libros buenos (8ª parte)


El Pantano de las Mariposas
Federico Axat
496 páginas.


Una historia de esas estremecedoras, de niños sin inocencia, de paseos por el bosque, de juegos, de ternura, de violencia, recuerdos de una infancia que te acompañan toda la vida. Y todo ello durante un verano. Ingredientes todos ellos bien cocinados, una novela que homenajea a los clásicos sin desmerecer ni una linea.







El Puerto del Perfume 
Elizabeth Ming
512 páginas

Sally se embarca en una aventura sin igual, de nuevo novelas de lugares y momentos lejanos, exóticos, cargados de mor, aventuras e historias. A mi me ha gustado mucho esta novela, y os la recomiendo para relajar mente y cuerpo y disfrutar leyendo.









Calle Berlín, 109
Susana Vallejo
320 páginas

Una casa de vecinos, un asesinato, fantasmas, desconocidos, un policía retirado y al final todos revueltos. Un genial libro de intrigas, historias humanas mezcladas en el 109 de la calle berlín.










Juliet 
Anne Fortier
760 páginas

Deshechando creencias, este libro nos cuenta que Romeo y Julieta no nacieron en Verona, nos explica de donde procede la verdadera historia, y nos mezcla en la misma, con las mismas rencillas familiares que perduran en el tiempo hasta la actualidad. Y de fondo la Toscana italiana.






La vida cuando era nuestra
Marian Izaguirre
416 páginas

La vida te da todo, y a veces te lo quita, y esa es la historia de Lola tras la guerra civil española. Pero aparecerá Alice en su vida, y sin que ella lo sepa, todo cambiará de rumbo. Magia, historias bellas, mujeres fuertes, y un libro precioso, de esos especiales que no puedes dejar de leer y que sientes tristeza cuando lo terminas.











Parte 1

lunes, 22 de septiembre de 2014

Algunos libros buenos 7º parte

Hace mucho que no escribo consejos literarios, ahí van mis novedades, que son muchas, pues hemos acumulado.

La Boda de Kate- Marta Rivera de la Cruz

Nº de páginas: 400 págs.




Cómo siempre una novela entrañable, una propuesta de matrimonio a los 72 años trastoca la vida tranquila y placida de Kate en Ribanova, escenario de las novelas de esta gran escritora, de la que recomiendo no sólo este libro si no cualquier otro de ella.





La Gardenia Blanca de Shanghai
Belinda Alexandra

Páginas: 608.

Otra novela preciosa de  esta autora estupenda, uno de los grandes descubrimientos. La exraordinaria vid de Anya Koklova, sus primeros años con su familia, y sus posteriores aventuras desencadenadas por una horrible guerra, amor, fiestas nocturnas, traiciones, desengaños, pobreza, lujo, hay de todo y bien documentado. Un lectura muy bella.



Petirrojo
Jo Nesbo
592 páginas


Cambiamos de género, ahora intriga, asesinatos, pasado y futuro que se entremezclan. Leningrado, Viena, Noruega, y un largo etcétera. Muy interesante, y creo que no es la mejor de este autor de novela negra.







El Color de los Sueños
Ruta Sepetys
320 páginas



Nueva Orleans, 1943, y con eso ya debería de pareceros interesante, ahora añadir la historia de una niña llamada Josie, y la historia de los burdeles y tabernas de la ciudad. Un libro muy bonito. Del autor de otra pedazo de novela: Entre tonos de gris.






La Herencia de la Rosa Blanca
Raquel Rodrein
644 páginas

Cuatro familias y tres generaciones cuyos destinos están entrelazados por la obsesión de una venganza.Al principio es complicado el tema de los personajes, pero luego todo encaja y engancha.









Lo qué encontré bajo el sofá
Eloy Moreno
320 páginas



Una delicia de novela, no tanto por la historia, si no por las historias que cuenta de Toledo, cargado todo de magia, al cerrar la novela lo único que quieres es ir a visitar la ciudad y repetir los recorridos que plantea el autor.






jueves, 21 de agosto de 2014

Un paseo de diez días por Normadia, Bretaña y Loira. (III)

Día 7
Tocaba día largo, de coche y múltiples visitas, pero como las carreteras son buenas y habíamos planeado parada casi cada hora no parecía que se fuera a hacer muy duro.
Primera parada Vitre, último pueblo de la región Bretaña que íbamos a visitar, en Bretaña hay varios pueblos que guardan especialmente el encanto medieval, por ejemplo Becherel, Fourgeres, o Vitre. Es un pueblo precioso con un castillo de cuentos y leyendas, una parada pequeña pero encantadora.

De allí cambiamos de región y nos mudamos al Loira, atrás dejábamos la opulencia social de Normandía, la belleza austera de la Bretaña, y nos sumergíamos en la pomposidad de la realeza.
Le Mans, todos la conocemos por sus carreras, pero en realidad es mucho más que eso, es una ciudad preciosa, de callejuelas empedradas, casas medievales, forja en sus ventanas, farolas de vidrio pintado, y sobre todo dueña de una catedral imponente que domina el centro entero de la ciudad.

Del circuito de coches no puedo hablar, porque la verdad es que debe ser un secreto a voces y allí no ves ni cartel, ni indicación ni nada de na, “¿igual no están muy contentos con ello?”, sea lo que sea, verse no se ve nada.
Próxima parada Angers, con su tapiz de 130 metros del Apocalipsis, su catedral de torres infinitas, y donde comimos velozmente, para poder seguir el largo camino.
Sumergidos en los paisajes del valle del Loira, y del Indre (todos ellos invitan a sentarse con un mantel de cuadros, una botella de vino y un poco de queso, todo hay que decirlo) llegamos a Saumur.
Saumur es una belleza de pueblo con Castillo en alto como en las películas, evidentemente su palacio es muy interesante, pero también lo son sus vistas.

Para no retornar a la autopista, empezamos a coger carreteras comarcales por donde vimos que había más castillos. (En la información turística que nos dieron del valle, aparecían unos 70 castillos visitables, al parecer están clasificados por hectáreas. Aun así cada poco tiempo si vais por carreteras secundarias podréis ir quedando anonadados con los palacios “menores “ que se van viendo)
Tras salir de Saumur nos topamos con el Castillo de Monstsoreau, lo pudimos fotografiar desde la otra orilla del río, y era magnífico ver el conjunto entero. 

De allí, y aún sin saber cómo acabamos en el castillo de Ussè. Una de las maravillas del valle, sin incluir entre los más visitados, y posiblemente, no sé si por ser el primero, el que más me gustó. En Ussè Perrault se inspiró para escribir la Bella Durmiente, y así lo han recreado en una de las alas del palacio.

Y por último, ya muy cansados pero con la adrenalina a tope por lo que estábamos viendo en el valle, llegamos a Villandry. Este Chateaux pertenece a españoles, pues lo compró un español botánico casado con una americana millonaria. Y él y su amor a las plantas fue el que restauro la imagen que hoy se ve, los jardines más bonitos de todos los castillos del Loire.


Podéis imaginar ya el cansancio, pero aún teníamos que llegar a Orleans. La llegada a las 9:30 de la noche, aunque aquí nos pueda sorprender nos creó problemas para lograr cenar. Llegamos a un hotel (http://www.oceaniahotels.com/hotel-escale-oceania-orleans) muy cuco, y gracias a dios situado a diez minutos caminando del centro histórico, donde al final logramos cenar genial y muy bien de precio (Volpone https://plus.google.com/114340995674883172285/about?gl=es&hl=es). Para no tentar a la suerte repetimos al día siguiente, eso sí esta vez a las 8 de la tarde, mucho más acorde a sus horarios.

Día 8:
Día de Castillos.
Primera parada, paseo y café de lujo en Amboise, vista del castillo por fuera, y por le clos Leonardo da Vinci, morada que Francisco I cedió a Leonardo Da Vinci para pasar sus últimos años. No está nada mal, la casa y los jardines (hoy recreados con sus inventos para goce de los más pequeños) No entramos en ellos por un motivo económico fundamentalmente, las entradas cuestan alrededor de 12 euros cada una, si entras en todo te dejas medio presupuesto en tan solo un día, debíamos priorizar.
Segunda parada: Chenonceau.
Este Castillo que tomó forma gracias a 4 mujeres extraordinarias es una joya por donde está, por como es, y por lo que encierra dentro. Una verdadera Maravilla, no es de extrañar que Catalina de Medicis, al fallecer su marido le dijera a la querida que se largara tomando plena posesión de la casita de campo. Claro que a ella le dio en su defecto el de Chaumont sur Loire, que tampoco estaba nada mal.

Paseo con vistas a Blois, donde la casa de Houdini nos da la bienvenida con una original puesta en escena, y donde la estampa no puede ser más sublime. Y de allí camino a Chambord, última parada en nuestra conquista de castillos.
Chambord es descomunalmente grande o más. Es simplemente una casita que Francisco I se hizo para ir a cazar, con más de 400 habitaciones, parece ser que solo pasó allí unos 15 días en total. No sólo es grande el castillo, el bosque que lo envuelve tienen kilómetros a la redonda, cazar se debía cazar bien, a día de hoy pudimos ver en su hábitat natural un enorme jabalí.

El día no daba para más, nos podía el cansancio, y ese empacho tan bonito, como lo definió mi hermana en Facebook. Y aprovechamos para visitas la tranquila Orleans, con su catedral gótica preciosa, y sus calles animadas.

Día 9
Último día, se levantó frío, pero ya nos debíamos recoger, por ende tampoco era muy importante, parada a ver la cumbre del gótico: la catedral de Chartres con su precioso y misterioso laberinto que decora su suelo, no pudimos visitar las criptas pues se nos hacía tarde, pero si nos deleitamos con su altura y majestuosa elegancia. De ahí a Beauvais, cruzando Versalles y París, con lluvia, tráfico y un sinfín de circunvalaciones. Lo hacían a posta para que no sintiéramos tristeza al irnos.




Resumen, sigo sin entender lo poco que trabajan los franceses con todo el perdón del mundo, pero no envidia, pues resulta que todo todo hace el mismo horario, por ende por cuando salen se encuentran con todo cerrado. Los horarios en zonas de turismo un poco más permisivos, cocina hasta las 10:30, y a mediodía nada más allá de las 14:30, en fin, cómo nos interesaba comer, pues nos adecuamos. Pero ver un maravilloso pueblo como Deauville lleno de glamour a las 7:30 totalmente vacío, aun haciendo sol y una preciosa tarde, da mucha pena.

Un paseo de diez días por Normadia, Bretaña y Loira. (II)

Día 4: Adiós Normandía- Hola Bretaña
Salida hasta Saint Malo, con parada a café en Avranches.


De Saint Malo luego hablaremos, pero tras dejar los bártulos en el hotel, por cierto maravilloso: Kyriad Saint Malo, a pleno píe de playa (http://www.kyriadsaintmaloplage.com/). 

Visitamos Saint Michel. Bueno hacía calor y siempre eso hace que el turismo se complique, pero la verdad es que lo han organizado bien para el turismo aunque lo pagas. A la llegada, obligatoriamente debes dejar el coche en parking al aire libre pero privado, que cobra12e estés una hora o todo el día, y que si sales no te valdrá para volver. Eso sí, de manera “gratuita” hay lanzaderas que te llevan desde el parking hasta la isla, lógicamente se puede hacer a píe, pero si pega mucho sol se hace durillo. Una vez a los pies de la monumental isla ya sólo puedes caminar. La isla es majestuosa, edificios que mantienen la calma, aunque esté lleno de turistas, guardan el encanto del siglo XV, y tras subir y subir, te quedas sorprendido con un majestuoso monasterio, la primera gran incógnita de ese lugar no son las mareas, la primera gran pregunta es cómo lograron realizar eso allí arriba, parece imposible. En fin, creo que Saint Michel es de esos sitios imprescindibles del mundo que hay que visitar, aunque no esté dentro de las maravillas del mundo.

La tarde tocaba regresar y ver Saint Malo. Caminando desde nuestro hotel, siguiendo la línea de la playa donde pueden verse troncos mejilloneros, se veía a lo lejos la elegante y grandiosa fortaleza de Saint Malo, ciudad de corsarios, metida entre riscos y perfectamente protegida, vivió brillantes años con sus suelos mojados de lluvia y ron. Y ese sentir picaresco aún se siente en el pueblo. Un lugar único, donde eso si llueve a veces.
Día 5.
Se nos acabó el Sol, pero al menos la lluvia respetaba ligeramente nuestros pasos. Nuestra primera parada, aunque se encontraba algo lejana era Essè o Roca de las Hadas, un dolmen datado en el 3000 a.c., una construcción megalítica preciosa, y que me impactó no sé si porqué era la primera que veía o porqué estaba en un lugar privilegiado, pero me resultó extrañamente enigmática.

Ya estábamos muy cerca de Rennes, así que por allí paseamos, una ciudad muy europea en trazos, bonita y sencilla de pasear. Empezábamos a ver turismo español, e incluso las de la oficina de turismo hablaban español, se ve que nos dejamos caer más por aquella zona.

De allí y ya de vuelta paramos en Cambourg, o donde Chateaubrian pasaba sus veranos, y tras ver el pueblo uno entiende porqué. No visitamos el castillo aunque me hubiera encantado, pero era obligatoriamente guiado y eso a mí me cansa.

Y para acabar paramos en Dol de Bretaña, donde dicen estaba la aldea de Asterix y Obelix, un pueblo que guarda sus encantos medievales a la perfección.
Anotación del día, el Café Gourmand una idea maravillosa de postre, donde te ponen un pequeño café y tres o cuatro pequeños postres al lado, una delicia estupenda que te permita degustar varias cosas a la vez.

Día 6
Primera parada Dinan, un pueblo medieval precioso, con un castillo muy recomendable, sus murallas perfectamente conservadas, sus callejuelas, en resumen un pueblo encantador que merece la pena pasear.

De ahí a la costa: Destino Cap Frêhel, un camino precioso entre acantilados, el faro con unas vistas increíbles y colonias y colonias de pájaros que hacen que las vistas sean únicas.

Tuvimos la suerte de encontrar un restaurante muy cerquita del cabo donde degustar una comida eco-tradicional bretona, La Ribote, un lugar muy recomendable, no caro y donde todo estaba rico y sobre todo muy cuidado. Un gran acierto.
Tras está espectacular comida, cogimos rumbo a la Fortaleza La Latte, un paseo para bajar la comida, y una fortaleza en el medio del mar maravillosa, una fortaleza que hoy en día es privada y debe ser alucinante vivir o pasar algunos días viviendo en ella.

Por la tarde, al fin, vimos Saint Malo en todo su esplendor, hacía sol, y era de día, un pueblo precioso y lleno de ambiente, una visita genial.

miércoles, 20 de agosto de 2014

Un paseo de diez días por Normadia, Bretaña y Loira. (I)


Como va siendo costumbre este año ha tocado viajecito de esos que nos gustan, de los de carretera y manta. Cómo para mí el blog es el mejor modo de tener un diario voy a resumir el viaje, a dar consejos, a contaros muchas cosas, etc.
(1 al 9 de julio del 2014)
Día 1: vuelo Madrid- París (Beauvais)
Elegí el aeropuerto de Beauvais porqué llega raynair y porqué cuándo cojo coches de alquiler me gusta ir a aeropuerto pequeño. Primera parada Normandía, el hotel Adonis Honfleur http://www.adonis-hotel-honfleur.com/, un hotel barato, cómodo, bien situado, agradable, en fin una buena elección. Y cómo era tarde y podíamos quedarnos sin cenar, pues directos a tomar una Gallette (las crepes saladas típicas de la zona) que no nos agradaron demasiado. Y cómo seguí habiendo luz del día pues pasamos a dar una vuelta al mismo Honfleur, un pueblo pesquero precioso que vio nacer a Erik Satie.

Datos de ese día: carreteras fantásticas, bastantes radares de velocidad, siempre peajes, que sí no caros muy continuos (se paga con tarjeta sin problema). Y ver el Puente de Normandía sobre el Sena una obra de ingeniería increíble que merece la pena descubrir.
Para los que queráis café cortado pedir o café creme (un poco más de leche que cortado) o café noissete (ese es clavado)
Día 2:
Cómo buenos turistas madrugamos y salimos ruta a Giverny, a ver la preciosa casa de campo que el señor Claude Monet se construyó. Teníamos una tirada, deshacer el recorrido realizado el día anterior, pero los horarios es lo que tienen. Pero valió enormemente la pena, es una belleza de casa, y la exuberancia del jardín deja impactado, dudo haber visto nada tan bonito.


De allí a Rouen, a ver esa catedral que tenía a Monet cautivado. Aparcamos en el parking público subterráneo bajo la Fnac y el palacio de Justicia. Por cierto el edificio gótico civil más grande de Francia. Allí comimos buscando wifi de Formule o menú del día (siempre sin bebida y oscilan los 14-18 euros), luego paseo a la Iglesia de la Plaza de Juan de Arco, paso bajo el maravilloso reloj astronómico del siglo XIV (Gros Horloge ). Visita a la Catedral, no pude quedarme viéndola como Monet a todas las horas del día, pero con una buena visita te das por satisfecho, es preciosa. Y luego pasear sus calles con comercios encantadores. Hacía calor, pero es una ciudad muy agradable.

Terminada la visita, rumbo a la costa, de nuevo el gigante puente de Normandía, y de ahí a Étretat, donde Eugene Boudin dibujaba sus preciosas marinas, y donde Maurice Leblanc escribía las trastadas del ladrón más elegante, Arsenio Lupin. Las ciudades y pueblos están muy aclimatadas al turismo y hay parkings por toda partes. Este pueblo no puede ser más bonito, la playa, el paisaje de los acantilados normandos, el “ojo de aguja” tantas veces representado en el arte, sus casas normandas de madera.


De allí saltándonos Le Havre que no merece mucho la pena, más que el estuario del Sena, nos salimos en la autopista en Cabourg para ver la misma, Villiers sur mer, y finalmente Deauville/Trouville sur mer. Esta zona es donde Coco Chanel puso su primer negocio, donde en los años 60 la alta sociedad movía sus traseros por sus calles, etc. En la actualidad guarda la belleza y elegancia, te sientes en Las Rozas Village pero en vivo y en directo. Hoy en día ya no es el destino más cotizado, pero sigue guardando belleza y aún podrás encontrarte alguna que otra fortuna por allí, sólo debes ver las casas.
Ese día tocaba cena elegante en Honfleur, decidimos cenar en Quai Sainte-Catherine, en uno de los miles de restaurantes con terraza, donde me comí unas riquísimas ostras, con su vino blanco, su crêpe de chocolate y plátano de postre, no fue barata pero fue buenísima.

Consejos del día: la gasolina está en torno a 1.6 y mucho la Diesel, 1.5 la sin plomo. Nosotros llevamos nuestro GPS y lo más cómodo sin duda es marcarle la oficina de turismo como punto de llegada, siempre está céntrico y tiene donde aparcar cerca.
Día 3: Desembarcando en Normandía.
Día soleado y decidimos ir por autopista hasta la salida de Maisy (queríamos visitar la zona americana) en la oficina de turismo nos proporcionaron mapa de la zona y así pudimos elegir en que puntos podíamos parar, es imposible hacerlo todo, hay que seleccionar, además hacía un día más para bañarse que para hacer turismo. Bueno nosotros queríamos ir a ver la batería Maisy, pero el calor nos hizo llegar a la entrada y dar media vuelta. La garita de entrada es una rulot plateada, el resto 4 km o 5  de paseo por el medio del monte, aun así impresiona lo que se ve en cada esquina, no sé si da miedo, estremece por estar viviendo la historia más cercana, pero los vellos se ponen de punta.

Continuando por la carretera de la costa la siguiente parada fue Pointe du hoc, sí sí donde el Día D, los Rangers de la 2 división escalaban los acantilados. Un sitio espectacular, donde los agujeros provocados por las bombas en el terreno, las baterías, y estructuras antiaéreas aún están presentes.
Siguiendo por la costa la siguiente parada fue Omaha Beach, en el camino es espectacular ver cómo cualquier garaje ha sido aprovechado para crear un museo del desembarco, pero sobre todo nos llamó la atención uno que ha abierto sus puertas este año, donde se encuentra la máquina Enigma, y ¡no es más que una nave-tienda de esas militares de enfermería! Nosotros paramos en el Museo Memorial de Omaha, pequeño pero es  museo como dios manda. Lo cierto es que emociona verlo, eso el Monumento conmemorativo, los tanques, las ropas, los enseres personales, etc. 


De allí cambiamos de temática y partimos a Bayeux, un pueblo tranquilo y bonito, donde se guarda el precioso Tapiz de Bayeux, una pieza excepcional que narra la Conquista Normanda de Inglaterra.

Para terminar, cementerio británico de pasada, y antes de coger autopista de vuelta parada en Caen (bonita pero prescindible)
Para que os hagáis una idea la media diaria han sido 300 km, son muchos así escritos pero no se me han hecho pesados en ningún momento.